lunes, 25 de agosto de 2014

El derecho a trascender (un homenaje a Leon Trotsky en el aniversario de su asesinato)


Trotsky vive porque nos dejo las herramientas para aprender a vencer. Vencer no quiere decir ganar en todo momento y lugar, como si la lucha de clases fuese un camino pavimentado que va desde fundación de una la liga de propaganda hasta la insurrección y la toma del poder. El pensamiento de Trotsky no es un GPS ni un libro de recetas, sino historia viva, en movimiento. Perry Anderson lo ubicó entre los revolucionarios de la tercera generación marxista: la primera, obviamente, fue la de Marx y Engels; entre los exponentes de la segunda se encuentran Plejanov, Kautksy y Labriola (los grandes teóricos de la II Internacional que supieron batallar dignamente contra los populistas y los revisionistas del marxismo). La tercera generación tuvo a la cabeza de sus filas a Lenin, Trotsky y Rosa Luxemburgo. Ellos pudieron sintetizar mejor que nadie hasta entonces las experiencias de las etapas de acumulación teórica y el crecimiento evolutivo “pacifico” en el movimiento obrero (eran los tiempos de los grandes partidos socialdemócratas, con cientos de miles de militantes obreros). Ellos tomaron en sus manos aquel legado y pusieron todo en cuestión: con pocos años de diferencia entre cada obra, Lenin escribirá el “¿Qué Hacer?” (1902), Luxemburgo “Reforma o Revolución” (1900) y Trotsky “1905”(1907). Con esos pertrechos entraron a la Primera Guerra Mundial, solo un puñado de revolucionarios no sucumbiría ante el nacionalismo burgués de aquella carnicería. Los millones de revolucionarios habían retrocedido a apenas 38 delegados que se juntaron en Zimmerwald, Suiza. Bromeaban acerca de que todos ellos cabían en unos pocos automóviles.

Dos años después de aquella Conferencia la clase obrera rusa tomaba el poder y las banderas del comunismo de la III Internacional parían a millones de militantes revolucionarios.

De los círculos ilegales que se referenciaban en los grandes partidos occidentales de millones de militantes obreros hacia la más cruda minoría del internacionalismo principista y, luego, hacia la preparación de una insurrección triunfante. Avanzar, retroceder, avanzar. El arte de la estrategia de Trotsky y de los revolucionarios de su generación, su legado más preciado, no es el concepto de vanguardia iluminada que los ignorantes lectores de solapas le endilgan al marxismo sino la certeza de que se avanza y retrocede con la clase, al calor de su lucha. Saber vencer no es ganar más huelgas, más votos, más militantes, abrir más locales. Todo eso es importante, imprescindible incluso. Pero no revolucionario.

Walter Benjamin decía que la imagen verdadera del pasado es una imagen que está bajo constante amenaza de desaparecer, basta con que el presente no se vea reflejado en ella. El trotskismo argentino hizo un largo recorrido desde las alpargatas que Mateo Fossa dejó en Coyoacan hasta el PTS que hoy dirige las dos luchas obreras más importantes del momento. Las tentaciones de tejer una leyenda teleológica que hilvanen estos dos momentos son fuertes, casi inevitables. Pero nada garantizaba que esto fuera así. El saludo de Trotsky a los trabajadores argentinos que le pidió llevar a Fossa no estaba dirigido hacia los trabajadores de Lear o de Donnelley. Pero casi.  En ese casi entra el obituario que Mateo Fossa escribió cuando mataron a Trotsky: “León Trotsky cayó bajo el golpe dado impunemente por un sicario de Stalin. Lo vengaremos poniendo en práctica sus ideas y sus consignas”. La herencia revolucionaria no es una sucesión de bienes donde los herederos están asignados de antemano por los marcos de la ley. Heredar el legado revolucionario significa sobre todo ganarnos el derecho (como partido, como revolucionarios) a trascender.

Trotsky entendió esto mejor que nadie. Lo entendía cuando redactaba su defensa en el juicio que el zarismo armó en su contra por ser el Presidente del Soviet de Petrogrado durante la Revolución de 1905 y cuando escribía “Historia de la Revolución Rusa” desde su exilio en Prinkipo luego de que Stalin y la burocracia lo obligaran a exiliarse. Cuando fundaba la IV Internacional también en su mente estaba la convicción de levantar una bandera limpia de traiciones para los obreros que se levantarían con las crisis que sobrevendrían al estallido de la 2da Guerra Mundial. Los marxistas, que aspiramos a dirigir a una clase que constantemente es despojada de su propia historia, sus organizaciones de base son cooptadas o reventadas a los tiros, no podemos sino tomar su ejemplo: preparar el porvenir. Ni evolutivo ni metafísico, sino dialéctico y terrenal, estamos en una batalla donde los embates de la clase dominante irán recrudeciéndose mientras más se agudicen las contradicciones del fin de ciclo (solo un tonto puede pensar que un Donnelley bajo control obrero no sea hoy una de las preocupaciones centrales de un gobierno de desvío en plan de “normalización”). Lear y Donnelley nos plantean un interrogante ¿qué sería vencer? “preparar el porvenir” sería una fórmula propagandística. Pero sí se puede decir que lo que estamos haciendo es crear (aún molecularmente) una alianza social entre obreros, estudiantes y los sectores populares que se expresa en las distintas instancias de lucha o de coordinación que venimos poniendo en pie. La pelea por trascender, la pelea de los revolucionarios que hoy saludamos a Trotsky como nuestro camarada y maestro, está en forjar los lazos irrompibles de esta alianza para que no haya reacción capaz de quebrarlos. Sólo entonces venceremos, sólo entonces esta cita hermosa de Trotsky pensando en la sociedad comunista alcanzará para nosotros su verdadera, luminosa y (¿por qué no?) terrenal dimensión:

“El hombre asumirá como propia la meta de dominar sus emociones y elevar sus instintos a las alturas de la conciencia, de tornarlos transparentes, de extender los hilos de su voluntad hasta los resquicios más ocultos, accediendo de este modo a un nuevo plano […]

El hombre será inconmensurablemente más fuerte, más sabio y más sutil; su cuerpo se tornará más armónico, sus movimientos, más rítmicos, su voz más, melodiosa. Los modos de vida serán más intensos y dramáticos. El ser humano medio alcanzará la categoría de un Aristóteles, un Goethe, un Marx. Y sobre este risco se alzarán nuevas cimas.”  

¿Por qué otra cosa, sino, vale la pena luchar?

jueves, 14 de agosto de 2014

“Putas y guerrilleras” de Miriam Lewin y Olga Wornat

“(…) las mujeres que durante el juicio a las Juntas en 1985 se atrevieron a denunciar que habían sido víctimas de violencia sexual durante su cautiverio, venciendo las barreras de vergüenza y la culpa, ante el tribunal formado por seis jueces de la Cámara Federal, recibieron como respuesta una autorización tacita para expresar su dolor (…) pero ninguna reparación ante la justicia (…) ¿Por qué? La violación estaba incluida en la tortura. Era natural que hubiera ocurrido (…) Los delitos de este tipo son aún de instancia privada, es decir, solo se investigan si media la voluntad de la víctima. Es decir que, si en el caso de una violación, por alguna razón (presión familiar o social, vergüenza, o un injustificado sentimiento de culpa) la mujer decidiera guardar silencio el agresor quedaría impune (…) Por otro lado, en los delitos de acción pública, el Estado, anoticiado de un crimen, actúa sin necesidad de intervención o solicitud de persona alguna, ni siquiera de la víctima para resguardo de la sociedad.

Los jueces, fiscales, e incluso las mismas mujeres consideraban a mediados de los 80 los crímenes sexuales como algo secundario, frente a la figura de la desaparición forzosa y el homicidio y, por supuesto, el robo de bebés. La apropiación de bienes materiales tampoco fue materia del juicio a las Juntas. La mayoría de los testigos consideraba impúdico mencionar más que al pasar las pérdidas materiales: muebles, electrodomésticos, automóviles, departamentos, tierras, en medio de tantas pérdidas de vidas. Y aun así, merece ser tema de reflexión que fueran iniciadas mucho antes las causas judiciales por apropiación de bienes de los desaparecidos por parte de los miembros de los grupos de tareas que aquellas por delitos sexuales contra las mujeres secuestradas”

domingo, 10 de agosto de 2014

Callejeros en libertad, los funcionarios y los politicos corruptos impunes.



En el 2004 Kapanga presentó su disco Esta! en el Teatro de Colegiales. Fuimos con un grupo grande de amigos del colegio y de la plaza donde hacíamos campamento en las noches de mi barrio. Entre los pertrechos se contaban, aparte del alcohol y la droga, una bengala y un par de candelarias, elementos infaltables de la liturgia maravillosa que hacía a la misa rockera. No hacía mucho que se habían separado los Redondos (el Indio sacaría el Tesoro de los Inocentes pero lo iba a presentar en La Plata recién para diciembre del año próximo) y los herederos de la cultura del rock, huérfanos de aquella legendaria banda, se desparramaban en los pogos que nacían con las melodías del Detonador de Sueños o de la Maquina de Sangre, otros grandes discos que sonaban aquel año. La cultura del rock: ese entramado de identidades comunes que conjubaban el amor por la música con el de los trapos, la pirotecnia y el aguante, el seguir a tu banda a todos lados, los cantitos fanáticos que se sucedían una y otra vez con ferviente devoción hasta que esos héroes salian al escenario para que la noche no termine nunca. En fin, todas esas cosas que después de Cromañón nos enteramos que eran parte de la “futbolización del Rock”. Cromañón nos hizo ver esto, y tantas otras cosas.

Callejeros es tributaria del fenómeno under que después se conoció como Rock Chabon y que sus tres principales referencias son la 25, los Jóvenes Pordioseros y Callejeros: ejecución no muy espectacular que digamos, un sonido que remite a zapatillas gastadas en las calles del Gran Buenos Aires, la certeza de que “los malos” son quienes nos gobiernan y que “los buenos” por mas que siempre pierdan, tienen razón. Callejeros se destacó rápidamente por la calidad  poética de Fontanet, que genuinamente nos interpelaba desde una sensibilidad de izquierda barrial, bien 2001.  El peso que comenzaron a ganar en las radios era proporcional al que venían acumulando hace años. En ese sentido no fueron un inventó mediático sino un sueño que unos pibes, guitarra en mano, se animaron a vivirlo. Pero llegar lejos, pegarla, tenía un precio.

El camino hacia la fama, hacia el Obras Sanitarias, estaba pavimentado de pequeños bares y locales precarios (¿alguno se acuerda de ese sótano que estaba al lado de Mitos Argentinos que siempre, por alguna misteriosa razón, comenzaba a inundarse a eso de las dos de la mañana y para las cuatro uno tenía agua hasta los tobillos?). En el tramo final, cuando ya se tocaba el cielo con las manos, estaban Cemento y Cromañón. La movida ahí era reventarlos de gente: meter cuatro mil personas donde entraban mil trescientos era parte de los hitos de la transición a la madurez de una banda. Todo este camino no necesariamente había que recorrerlo transando (la filosofía base de estas bandas, era, precisamente, no transar) pero sí había que caminarlo. No es una casualidad que el under se hubiera ido a pique los primeros años post-Cromañòn, cuando era vox populi aquella denuncia que decía “no tenemos donde tocar” y a la que las Manos de Filipi le hiciera un tema.  A la clase dominante le importa un carajo si los jóvenes pasamos las noches en una plaza o en un antro de mala muerte donde todo se puede ir a la mierda en quince minutos. A los empresarios de la noche, parte de estos parásitos, menos que menos. Buscaran, como en todos lados, invertir lo menos posible para después sacar la máxima ganancia. Si en una fabrica cualquiera te hacen destrabar un rodamiento con una barreta de hierro (un rodamiento que capaz cuando destrabe vuele la barreta a la mierda y te pegué en medio de la jeta y te la parta) ¿alguno puede pensar que esos tipos, cuando llegue nuestro franco, nuestro fin de semana, nuestro momento de esparcimiento, se va a preocupar de que lo tengamos en un ambiente seguro? Eso no va a pasar. No en esta sociedad de mierda. 

Ahora, que soltaron a los Callejeros, que cuando cayeron presos eran pibes de entre 21 y 28 años, la alegría de mucha gente se nota. El otro día anduve por un bar de Quilmes y, entre tema y tema de Callejeros, volví a cantar emocionado la canción de que "a los pibes los mató la corrupción". Lo que quizás no se sabe es que con los Callejeros también están soltando a los funcionarios estatales que deberían haber controlado las condiciones de los locales de la noche:  Fabiana Fiszbin, ex subsecretaria de Control Comunal del gobierno porteño; Ana María Fernández, ex directora general adjunta de la Dirección General de Fiscalización y Control, y Gustavo Juan Torres, ex director adjunto de control comunal. Tambien soltaron a la mano derecha de Chaban, Raúl Villarreal. Siguen presos Omar Chaban, el el ex subcomisario Carlos Díaz, el baterista Eduardo Vázquez (no por esta causa, sino por el femicidio de su pareja) y, hasta ahora, también el manager Diego Argarañaz. De la casta política, no hubo ningun preso por soltar porque no cayó ninguno. El juicio político a Ibarra, que fue uno de los primeros caballitos de batalla del naciente PRO, no termino en más que su renuncia en 2006 y ya está pegando afiches para el 2015. Nunca se logró imponer una comisión investigadora independiente y por eso el crimen social de Cromañón sigue impune. 

La justicia por nuestros muertos de Cromañón está ligada profundamente a la pelea por el derecho a ser jóvenes en una sociedad organizada como una carrera de lobos, donde nuestros sueños son mercantilizados y donde no tenemos una verdadera elección a la hora de decidir cómo y cuándo vamos a disfrutar de nuestro tiempo libre. Esa es la pelea.  Peleemos por los muertos de Cromañón, peleemos para que Gardel toque con los Beatles en la plaza del barrio la milonga que nos trajo acá.



Este post va dedicado a los 194 pibes y pibas que la corrupción mató en Cromañón, especialmente va dedicado a Silvia y a Gloria Cabrera. Las hienas que predaron su gran felicidad la van a pagar. 


repost: Recuperando (otra) identidad.



"El kirchenrismo no se cansó de bastardear la lucha por la memoria, la verdad y la justicia. Hoy, para este relato, son una verdadera espina mujeres como Victoria Moyano, Madres (con mayúscula) como Elia Espen o Mirta Baravalle, que siguen manteniendo prendida la llama de lucha y reivindicación de una generación diezmada."

(completo acá)

martes, 5 de agosto de 2014

Lectura para una reseña pendiente (Ébano, de Ryszard Kapuscinski)



"Lo primero que llama la atención es la luz. Todo está inundado de luz. De claridad. De sol. Y tan sólo ayer: un Londres otoñal bañado en lluvia. Un avión bañado en lluvia. Un viento frío y la oscuridad. Aquí, en cambio, desde la mañana todo el aeropuerto resplandece bajo el sol, todos nosotros resplandecemos bajo el sol.

Tiempo ha, cuando los hombres atravesaban el mundo a pie o a caballo o en naves, el viaje los iba acostumbrando a los cambios. Las imágenes de la tierra se desplazaban despacio ante sus ojos, el escenario del mundo apenas giraba. El viaje duraba semanas, meses. El hombre tenía tiempo para familiarizarse con ambientes diferentes, con nuevos paisajes. El clima también cambiaba gradualmente, poco a poco. Antes de que el viajero de la fría Europa alcanzase el ardiente ecuador, ya había experimentado la temperatura agradable de Las Palmas, el calor de El-Mahara y el infierno de Cabo Verde.

¡Hoy no queda nada de aquellas gradaciones! El avión nos arrebata violentamente del frío glacial y de la nieve para lanzarnos, el mismo día, al abismo candente del trópico. De pronto, cuando apenas nos hemos restregado los ojos, nos hallamos en el centro de un infierno húmedo. Enseguida empezamos a sudar. Si hemos llegado de Europa en invierno, nos libramos de los abrigos, nos quitamos los jerséis. Es el primer gesto de nuestra iniciación, es decir, de la gente del Norte, al llegar a África.

Gente del Norte. ¿Hemos pensado que la gente del Norte constituye una clara minoría en nuestro planeta? Canadienses y polacos, lituanos y escandinavos, parte de americanos y de alemanes, rusos y escoceses, lapones y esquimales, evenkos y yakutios, la lista tampoco resulta muy larga. No sé si, entre todos, abarcará más de quinientos millones de personas: menos del diez por ciento de los habitantes del planeta. La inmensa mayoría, desde que nace hasta que muere, vive al calor del sol. Además, el hombre nació al calor del sol, sus huellas más antiguas se han encontrado en países cálidos. ¿Qué clima reinaba en el paraíso bíblico? Reinaba el calor eterno, tanto que Adán y Eva podían ir desnudos y no sentir frío ni siquiera a la sombra de un árbol"


lunes, 4 de agosto de 2014

los militantes 2.0 de PODEMOS

El  “acceso a las nuevas tecnologías” es el eufemismo con el que el mainstream mediático define a la (no tan) relativa generalización del uso de internet. De los 7 mil millones de bichos humanos, 1600 millones la usan, en promedio, 22 horas mensuales.  Las implicancias de la estadística  se extienden por todo el arco de las relaciones personales y de la vida cotidiana. Entonces  ¿cómo no iba a afectar la militancia y al activismo en general? El fenómeno de una militancia 2.0 es un tema visitado constantemente desde la óptica de paginas como Change o Causes, donde distintas peticiones solidarias se suben para recaudar plata, o para llenarle la casilla de mails a determinado funcionario para que tome nota de algún reclamo. Localmente, el PRO de Mauricio Macri lanzó el sitio Legislemos donde la propuesta es parecida a las paginas antes mencionadas, pero con la mira puesta en la actividad parlamentaria directamente. Pero en las ultimas semanas, las novedades de esta militancia 2.0 nos llegan desde el Estado Español, donde PODEMOS ha lanzado una campaña de afiliación virtual que, en apenas 48 hs., ha logrado conquistar 32 mil afiliados. Un número que la coloca como la tercera fuerza del país, superando a Izquierda Unida.

PODEMOS viene de cosechar electoralmente (más de un millón de votos y 5 eurodiputados en las elecciones de este año) el descontento generalizado con el régimen monárquico constitucional que los partidos tradicionales erigieron en el Estado Español tras la muerte de Franco. De los indignados de Plaza del Sol, pasando por los escándalos de corrupción en el PP y el PSOE y la abdicación del rey Juan Carlos, la situación política española está marcada por el fin de ciclo del pacto de la Moncloa. Al igual que en Grecia con Syriza, esta descomposición acelerada de los partidos tradicionales ha permitido el surgimiento de corrientes de tinte izquierdista que vienen dando verdaderos batacazos electorales que capitalizan, de forma distorsionada, la puja que existe por abajo por un cambio profundo. Su principal candidato, el hasta hace poco desconocido Pablo Iglesias, se jacta del hecho de que sin PODEMOS  gran parte de los votantes del 25M hubieran elegido la abstención. Gordo favor, si pensamos que hasta no hace mucho el grito de guerra de los jóvenes  en las calles de Madrid o Barcelona era “no nos representan”. Pero ¿a quién representa PODEMOS?

En principio, dice Iglesias, a la ciudadanía democrática. Las tesis del último Bensaid, el de la “democracia hasta el final”, pican y repican en las voces de quienes vienen a decretar el fin de los sujetos sociales y a anunciar, esta vez sí, el alumbramiento de la conciencia ciudadana. Épocas como la nuestra son terreno fértil para el florecimiento de estas ideologías tributarias del fin de la historia: la crisis de subjetividad de la clase obrera no es solamente el problema de las vías de desarrollo de su vanguardia (es decir, de un partido revolucionario) sino fundamentalmente el envilecimiento de las relaciones de representación política. PODEMOS, en este sentido, no hace más que buscar profundizar ¿por izquierda? el camino emprendido por el PSOE en 1979. Pero los vínculos con la clase obrera en PODEMOS son todavía más débiles que los del PSOE, que al menos dirige la central obrera UGT.


¿Pero no son obreros muchos de estos 32 mil afiliados? Seguramente una parte de estos lo sea, si. Y esto nos metería en una discusión de los sujetos que un post de la militancia 2.0 no podría abarcar. Digamos, entonces, que lo que aún tiene que demostrar PODEMOS es su capacidad no solo de movilizar, sino de dirigir, a esta masa crítica que dice haber acumulado o si no se trata, solamente, de un pan con mucha levadura: Las plataformas de las redes sociales se construyen alrededor de lazos débiles. Twitter es una forma de seguir (o ser seguido por) gente que uno probablemente jamás conoció. Facebook es una herramienta para organizar eficientemente a los conocidos, para estar al tanto de las vidas de gente que, de otra manera, uno no estaría en contacto. Por eso uno puede tener mil amigos en Facebook, cosa que nunca pasa en la vida real. La militancia tiene raíces y lazos fuertes, sujetos que la encarnan y se aglomeran en una identidad política. Internet hace que sea más fácil para los activistas expresarse, y más difícil que esa expresión tenga un impacto. Los instrumentos de las redes sociales están muy bien preparados para hacer que el orden social existente sea más eficaz. El avance de las nuevas tecnologías no puede hacernos dejar de lado que la militancia, la que cambia las cosas, la que importa, sigue y seguirá siendo una discusión de sujetos. 

martes, 3 de junio de 2014

Fin de ciclo y viejas modas


A principios de año, el gobierno había amenazado con cerrar las paritarias docentes por decreto pero el contundente paro que movilizó a decenas de miles de maestros lo hizo recular con la idea. Ahora con Gestamp el gobierno anula una conciliación obligatoria. El Nunca Menos naufraga amargamente ante las necesidades (capitalistas) de la lucha de clases.

Porque pudo haber una época en la que varios compraran el certificado de nacimiento de una nueva juventud que lo único maravilloso que conquistó fueron las cuentas bancarias de su dirigencia, o los decires de una intelectualidad progresista cada vez más consagrada a la literatura fantástica y menos a la realidad de los humildes. Me acuerdo que hace unos años se escribía desde la izquierda intentando dialogar con el fenómeno de la militancia K (algunos demasiado). Parece cosa de un siglo atrás. El peronismo siempre “gobernó para todos los sectores” hasta que la manta no alcanzó para taparle las patas a todo el mundo. Y ahí el kirchnerismo demuestra ser el camino más largo para ir del pejotismo hacia el pejotismo. La defensa del trabajo se trastoca en defensa de multinacionales, las patriadas energéticas se cotizan en dólares y los derechos humanos agregan una nueva clausula incorporando el derecho a la seguridad ciudadana inundando de milicos retirados (muy conocedores en la materia) las comisarias de las policías bravas .

Es verdad lo que dicen Dal Maso y Rosso de que Gestamp está marcando un antes y un después en la situación política. El decreto de Scioli lo confirma. Pero es una nueva situación también por la positiva: una vanguardia obrera comienza a hacer sus primeras armas ante un progresismo en retirada. No es numéricamente fuerte, es verdad, se trata de unos cuantos cientos desparramados en los principales centros industriales. Sin embargo su poder radica en su contacto permanente con el pulso de las fabricas, de la clase. Recién leía esta editorial de Altamira que tiene un cierre lastimoso, porque se alegra de que “cada vez son mas” los obreros y los jóvenes que se acercan a las legislaturas provinciales a “escuchar” a los tribunos del FIT. Digo lastimoso, porque creo que nosotros no queremos que escuchen sino que luchen. Hoy la discusión central de un partido revolucionario tiene que pasar por cómo forjamos en el fuego de la lucha de clases, parafraseando a Trotsky, a “los obreros de Lenin”. CFK podrá decir que los tiempos en que caían los Palacios de Invierno han pasado de moda, pero las patotas del SMATA que Pignanelli no para de amenazar con tirarnos encima no son producto de la nostalgia. La cosa va a seguir poniéndose picante.

La semana pasada se cumplió un nuevo aniversario de la Masacre de Pacheco en las que las bandas de la Triple A asesinaron a 3 compañeros del PST, partido del que provienen nuestros más probados compañeros. Pignanelli no putea solamente a estos 9 obreros que se subieron al puente grúa y a sus compañeros que les hicieron el aguante en el portón, no. La burocracia ladra mirando hacia el futuro, porque allí adelante puede olfatear que se acerca la venganza de la historia. Cada obrero que ganemos para las ideas de la revolución les confirma que el tiempo no compra la impunidad, y que no habrá tribunal más duro por sus crímenes que el de una clase obrera con conciencia de clase.