miércoles, 25 de septiembre de 2013

RIELES EN REBELDÍA

Para comenzar podrán ver un vídeo que  filme ayer a la mañana cuando me dirigía al trabajo en Tren, como todos los días las  demoras exacerbaron la desesperación de todos y todas. Pero en esta ocasión se manifestó, en principio, de manera reaccionaria.

Como podrán observar un grupo de usuarios, tan trabajadores/as como cualquier ferroviario/a, tomaron muy en serio los dichos políticos de Randazzo y así se dirigieron a la cabina del Motorman al grito de ¡Vagos! responsabilizando a los laburantes del ferrocarril por la decadencia del servicio. Esto derivó en la triste escena que podemos ver a continuación.





Los gobernantes saben muy bien cómo aplicar su histórica fórmula: “Divide y reinarás”. Así trabajadores amedrentan violentamente contra otros de su misma clase y no contra los verdaderos responsables de que viajamos como ganado. Las trágicas condiciones en las que viajamos no son más que las terribles condiciones en las que trabajan los ferroviarios. La realidad, lamentablemente, terminó confirmando esto cuando en la madrugada de ayer un maquinista del Belgrano Cargas, Angel Antonio Zelaya, murió de la mano de la desidia patronal, convengamos que la rama no fue la responsable.


Aquí permítanme un paréntesis para dirigirme al estimado.


¡Randazzo! ¡Forro, cobarde y ladrón! Como buen burgués que sos… llego la hora de que cumplas con tu promesa (de mínima). ¡Renunciá! ¡La clase obrera te condenará!


Los/as trabajadores/as tenemos nuestro propio lema para enfrentar la fórmula de los gobernantes: ¡Unidos triunfaremos!


Me imagino que se preguntaran que sucedió después de que corte la filmación. Aquí es cuando esta historia deja de ser una tragedia para convertirse en un entusiasmante thriller. La escena de las patadas ninjas que pudieron ver es interrumpida por el grito opaco y seco de un señor: ¡Basta! ¡Para! ¡Que el chofer no tiene la culpa!


No dude en acompañar los gritos aliandome al unísono con este hombre de edad avanzada. Para cuando la confusión de los espectadores se centraba en una batalla campal de gritos resuena a lo lejos el arbitrario pitido del silbato de un guarda. Entonces fue cuando el grupo de choque de Randazzo, los espectadores, mi nuevo aliado y yo entramos al vagón más cercano como ovejas a un corral perseguidas por los perros y jinetes.


Una vez adentro, levante la cabeza y a un metro de distancia estaba el ninja del video, entonces lo mire fijamente y a ceño fruncido lo interpele con voz firme pero sin gritar: “Si tenes tanto aguante porque no le vas a patear la puerta a la UGOFE, hay están los empresarios amigos del gobierno y los burócratas sindicales responsables de que viajemos como ganado, ¡No el chofer!”


El flaco quedo apichonado y entonces se escucha del fondo: “¡Si son unos bagos, cobra bocha de plata!” y de manera casi simultánea se escucha: “El chofer estaba laburando, no hay derecho en atacarlo”


Después comienzan a resonar una batería de argumentos que confundían la porqueria del servicio con las medidas de lucha de los trabajadores, decían “Ayer cortaban las vías, hoy anda mal el tren”. Y respondo comentando de que vino el corte, la lucha de los tercerizados por la reincorporación de los despedidos y el pase a planta permanente a lo que uno me pega el grito de lejos “¡No tendrían que haber cortes! y otro a mi lado le responde con el mismo tono “¡No tendrían que haber tercerizados!”


Un atrevido de mente obtusa dijo “Eso de los tercerizados es chamuyo”. Entonces un coro de respuestas se hizo sentir: “Yo soy tercerizado”, “Yo también, ¡que va a hacer chamuyo!”, “Y cobramos la mitad”. Obviamente me sume agitando “¡Yo tambien soy tercerizado!”.


De repente alguien pregunta: “¿Quién dirige el sindicato del ferrocarril?. Otro responde La verde. Entonces decidí aclarar que se trata de la burocracia de Pedraza, la que mató a Mariano Ferreyra. Para entonces las voces críticas del gobierno, críticas de la burocracia sindical y que defendían la lucha de los trabajadores superaron por brutal mayoría a las de la reacción, reduciendo al silencio al pequeño grupo de choque de Randazzo.


Entonces deseche de mi boca otro comentario impulsivo: “¡Por todo esto yo banco a Dellecarbonara!” Un consenso generalizado se hizo sentir.


Entonces un hombre canoso y con voz tímida me dice “No es así, el gobierno no es responsable de todo lo que pasa”. De lejos resuena en respuesta “¡Los verdaderos vagos son los de la Campora!”. En este momento fije mi vista en ese tímido defensor del gobierno y argumente: “¿Esta es la revolución ferroviaria de Randazzo?”. Soy interrumpido por un aliado circunstancial que dice “Los de la verde son amigos de Cristina”, y entonces el hombre de canas responde “Este es el mejor gobierno que viví, tengo 50 años” y el señor de edad avanzada acota “Yo tengo mas de 50 años y este gobierno nos lleva al desastre”.


Decido continuar con mi intervención e interpele: “¡Tu gobierno que nos hace viajar en estas condiciones, que tienen como amigos a burócratas asesinos, que mantienen la tercerización laboral, que militarizan el conurbano con cámaras que nos controlan hasta cuando vamos al Kiosco armando un verdadero reality horror show, gastando más de 150 millones de pesos en gendarmería mientras los hospitales y las escuelas se caen a pedazos, o que entrega YPF, entrega nuestros recursos naturales a Chevron, al imperialismo, por más de 30 años! Este gobierno no tiene nada mejor que ofrecernos a los trabajadores, nada.”


Al finalizar este pequeño discurso improvisado la formación llega a constitución y se abren las puertas, una mujer me dice “Yo te banco”, entre otros gestos de apoyo, compartí sonrisas y guiños cómplices con mucha gente. Así los reaccionarios se retiraron humillados y los kirchneristas callados, mientras alcance oír decenas de personas que seguían comentando a favor de mis argumentos.


Una conclusión de esto es clave, los comunistas podemos intervenir audazmente en las fábricas, las facultades y hasta en los vagones de tren para enfrentar los ataques políticos de los partidos patronales, ya sean oficialismo u oposición, que solo buscan dividir y debilitar a la clase obrera.  


Randazzo: ayer tu discurso fue derrotado y tu grupo de choque quedó humillado en un vagón de tren cargado con más de 200 personas en un viaje de todos los días al trabajo. Te aclaro, no fuiste derrotado por los Massa, los Scioli, los De Narvaez, los De la Sota o los Stolbizer, estos levantan tu mismo programa. Fuiste derrotado por las ideas del Frente de Izquierda, fuiste derrotado por los trabajadores que no se van a quedar callados ante tus ataques y fuiste derrotado por un Trosko que levanta bien alto su sucio trapo rojo.

La balcanización de las armas


Si bien la municipalización de la policía es un hecho consumado, al interior del PJ persiste una diferencia de gradación alrededor de la autonomía que gozarían. Mientras el oficialismo plantea que se mantengan dentro de la orbita de la Bonaerense, los massistas van por mas y piden el traspaso total a los municipios. En esto los segundos le meten la púa al oficialismo apoyándose en un proyecto presentado por un legislador K de Nuevo Encuentro, lo que es alta mojada de oreja no solo al kirchnerismo en general sino a los partidarios de la doctrina verbitskyana de la seguridad democrática en particular, de la que los muchachos de NE son adherentes. Esta aparente ironía, no hace mas que reflejar la total impotencia del peronismo y de las clases dominantes de saldar una debilidad estructural que arrastra el Estado argentino desde la última dictadura a esta parte: esa “oscilación entre garantismo y meta bala” de la que habla la editorial del periodico del jueves pasado. Pero esta vez, en este fin de ciclo, se han puesto en movimiento fuerzas centrifugas de proporciones hasta ahora nunca vistas, cuyas implicancias van a repercutir violentamente en el próximo periodo de la lucha de clases. La pregunta que aca nos hacemos es ¿se reprime mejor juntos o separados?

Juntos. Corta la bocha, “la unión hace la fuerza”, que le dicen. Pero no solo eso, también garantiza otras cosas mucho mas importantes. Como la impunidad, por ejemplo. Miren el caso Bulacio, 22 años para llegar a los tribunales y encima con la carátula de privación ilegitima de la libertad que tiene como pena máxima 6 años de prisión. Acá en Sur tenemos el caso de Carla Lacorte por el que hubo que luchar mas de una década para que Salmo caiga preso. Y ni hablar de la desaparición de Julio Lopez, o de Luciano Arruga, o de tantos otros. Una fuerza centralizada garantiza, automáticamente, una red de tejes y manejes donde todos son cómplices y ninguno responsable. Esta capacidad de resistencia quedará, cuanto menos, vulnerada ante fuerzas separadas. Por ejemplo ¿Qué tan buenas migas pueden hacer la policía municipal de Almirante Brown y la de Lomas de Zamora cuando la primera es de Giustozzi y la segunda de Insaurralde? No queremos decir con esto que mañana se van a agarrar a los tiros (aunque no es de descartar, hace un par de años el desembarco de gendarmería en el Conurbano generó algunas escaramuzas) pero sí que un muerto de un lado de Avenida Espora no va a ser lo mismo que sobre Alsina, aunque las dos sean la ruta nacional 210. Esto introducirá fricciones de todo tipo al interior del Estado, lo que se intenta presentar como la solución final al problema de la inseguridad, es en realidad el principio de problemas mayores.

Un segundo aspecto de este problema es la introducción del caos. Porque si bien “fusibles” como Garré no resultaron muy duraderos, el depositar un poder tan grande en las manos de los matarifes y tiratiros del Conurbano implicará un envalentonamiento general de cuanto facho ande suelto por ahí. Esto no puede traducirse más que en un aumento de la violencia descargada sobre los hijos del pueblo trabajador que se sellará con la firma de las clases medias que miraran para el costado mientras esto ocurre colaborando con su pasividad a la naturalización de métodos más cruentos para contener la presión desde abajo. No es contradictorio con lo que decíamos en el primer párrafo sobre los muertos y las avenidas, sino su complemento. Pues no es que a la burguesía le encante la municipalización de las fuerzas represivas (o de la política) sino que padece las consecuencias como si se tratara de una fatalidad nórdica. Incapaces de recomponer un régimen saludable, la democracia del 83’ es una enferma crónica conectada al pulmón artificial del peronismo. Y este peronismo está por estallar. Se pelean por las bancas, la caja, y ahora hasta por las armas y los negocios que defienden. La unidad burguesa se está yendo al carajo.

Stalin, el oportunista con una bomba

primera parte

El joven Koba se vio encandilado por los destellos de prestigio que esta maquina irradiaba. Al igual que muchos, en la vocación revolucionaria encontró el reconocimiento que no hubiera alcanzado en ningún otro lugar. Sin embargo, su ambición todavía es tan provinciana como el resto de sus aspiraciones. Los aspectos psicológicos del futuro Secretario General no muestran la personalidad del dictador, mas bien arrojan las características de un hombre que consciente de sus limites (escritor y orador mediocre, teórico escolástico y elemental, grosero y de modos bruscos para llevarse con los demás) se siente menos. Se siente menos que el comité dirigente de Tiflis, que los arrogantes emigrados rusos que le dicen a los que ponen el cuerpo en el país lo que tienen que hacer o que esos teóricos que pierden el tiempo en abstracciones que para él poco tienen que ver con el trabajo practico. Pero se siente superior a los obreros, eso sí. En 1903, en el medio de una discusión sobre la necesidad de una representación obrera en la dirección del centro georgiano bolchevique, el joven Koba llama a los trabajadores a que se pregunten “con una mano en el corazón” si existe entre ellos alguien capaz de hacerse cargo del enorme esfuerzo intelectual que presupone dirigir a la maquina. Poco importa que los mencheviques representen a la aplastante mayoría del movimiento socialdemócrata de Georgia, cuyo medio social pequeñoburgues y campesino aportó a los mas convencidos elementos de dicha facción (Tseretelli……), o que hubiera que desarrollar rápidamente a los dirigentes proletarios que pudieran, desde el corazón mismo de las fabricas de Tiflis o los pozos de Bakú, arrancar a las bases obreras de la influencia menchevique. Los estamentos partidarios no son terreno para las improvisaciones, un engranaje que no se acople inmediatamente no puede esperar a ser erosionado por los roces de la marcha. Semejante concepción tiene ribetes aventurescos en la mente de Koba. Porque ante todo, de lo que se trata es de preservar a la maquina. 

“La mayoría de quienes han escrito sobre él aceptan su transición al bolchevismo como algo inherente a su carácter, como cosa evidente, natural. Pero tal concepto es definitivamente parcial. Cierto es que la firmeza y la resolución predisponen a una persona a aceptar los métodos del bolchevismo. Pero estas características, por sí solas, no bastan para decidir. Había muchas personas de carácter firme entre los mencheviques y los socialistas revolucionarios. Y, en cambio, entre los bolcheviques no era raro encontrar personas débiles de espíritu, La psicología y el carácter no lo son todo en la índole del bolchevique que, en primer término, es una filosofía de la historia y una concepción política. En ciertas condiciones históricas, los trabajadores son empujados en la ruta del bolchevismo por todo el cuadro de sus circunstancias sociales. Esto sucede con independencia de la solidez o flaqueza de los caracteres individuales. Un intelectual necesitaba intuición política excepcional e imaginación teórica, fe nada común en el proceso histórico dialéctico y en los atributos revolucionarios de la clase trabajadora, para ligar seria y firmemente su destino al del partido bolchevique en los días en que el bolchevismo no era más que una anticipación histórica. La mayoría preponderante de los intelectuales que se incorporaron al bolchevismo en el período de su auge revolucionario lo abandonaron en los años siguientes. Era más difícil para Koba alistarse, pero asimismo era más difícil apartarse de él, pues no tenía imaginación teórica ni intuición histórica, ni don de la previsión, del mismo modo que, en cambio, carecía en absoluto de volubilidad. En una situación compleja, frente a nuevas consideraciones, Koba prefiere esperar la ocasión, mantenerse al margen o retirarse. En todos los casos en que por necesidad ha de elegir entre la idea y la máquina política, invariablemente se decide siempre por la máquina. El programa tiene que crear primero toda su burocracia antes de que Koba pueda guardarle el menor respeto. Falta de confianza en las masas, igual que en los individuos, es la base de su naturaleza. Su empirismo le empuja siempre a elegir el camino de la menor resistencia. Por eso, en general, en todos los grandes momentos de crisis de la historia, este revolucionario miope adopta una posición oportunista que le lleva muy cerca de los mencheviques y, en ocasiones, hasta le sitúa a la derecha de ellos. Al mismo tiempo, está constantemente inclinado a favorecer las acciones más decididas para resolver los problemas que ya ha dominado. En todas las circunstancias, la violencia bien organizada le parece el camino más corto entre dos puntos. Aquí conviene bosquejar una analogía. Los terroristas rusos eran en esencia pequeñoburgueses demócratas, pero eran sumamente resueltos y audaces. Los marxistas solían decir a propósito de ellos que eran "liberales con una bomba". Stalin siempre ha sido lo que sigue siendo hoy: un político de la "mediocridad áurea" que no vacila en recurrir a las medidas más extremas. Estratégicamente es un oportunista; tácticamente, un "revolucionario". En suma, un oportunista con una bomba”

viernes, 20 de septiembre de 2013

Stalin, reseña de una biografía

(En las proximas semanas vamos a estar subiendo distintas biografias que tenemos en el tintero. Arrancamos por esta de Stalin, que vamos a entregar por partes, y que surgió de la lectura de la extensa biografía que escribió Trotsky sobre él en los años de su ultimo exilio en Mexico y que fuera él ultimo libro en el que estaba trabajando antes de su asesinato a manos de un sicario estalinista.)


En los años de plomo que sucedieron a la derrota de la Revolución de 1905, las cárceles del zarismo desbordaban de presos. En una de ellas, en la región petrolera de Bakú, un joven bolchevique dedicaba sus horas al estudio del esperanto, que suponía el idioma universal del porvenir. “A pesar del caos, de los ahorcados, de los conflictos personales y de partido, la cárcel de Bakú era una importante escuela revolucionaria. Koba destacaba entre los dirigentes marxistas. No participaba en discusiones particulares, y prefería hablar en público, signo seguro de que en educación y experiencia Koba era superior a la mayoría de sus compañeros de prisión (…) Así aprendemos más de la vida de Koba en la cárcel que de sus actividades fuera de ella. Pero en ambos sitios sigue siendo fiel a sí mismo. Entre discusiones con los populistas y alguna que otra charla con atracadores, no se olvidaba de su organización revolucionaria. Beria nos informa de que Koba consiguió establecer contacto regular desde la cárcel con el Comité de Bakú. Esto es muy posible: donde no había separación entre presos comunes y políticos, y éstos comunicaban entre sí, era imposible quedar totalmente aislado del exterior. Uno de los números del periódico ilegal se preparó en su totalidad dentro de la prisión. El pulso de la revolución, aunque muy debilitado, continuaba latiendo. La cárcel puede no haber estimulado el interés de Koba por la teoría; pero tampoco quebró su espíritu combativo”. Del otro lado del mundo y del tiempo Leon Trotsky se lanza en su última cruzada contra los sepultureros de la Revolución de Octubre. Su pluma es un bisturí sobre la carne y el alma de José Stalin, que desde el Kremlin espera impaciente la confirmación de su asesinato. En toda la Unión Soviética no queda vivo un solo militante de los años heroicos del bolchevismo. La biografía de Stalin explica por qué.  

No tiene ni 30 años el hombre que desde los 13 reniega de los amos y los dioses, pero ya ha vivido la represión, las detenciones e interrogatorios de la orjana, el destierro y otros gajes del oficio. La mayoría de los aspectos fundamentales de su vida no disciernen de la mayoría de otros bolcheviques de la época. “Era la época de la gente entre los dieciocho y los treinta años-escribe Trotsky. Los revolucionarios de más edad eran pocos y parecían viejos. El movimiento, hasta entonces, carecía en absoluto de vividores, vivía de su fe en el futuro y de su espíritu de sacrificio. No existía aún rutina, fórmulas estereotipadas, gestos teatrales, trucos oratorias hechos de antemano. La lucha, naturalmente, era sobrado patética, tímida y torpe. Hasta las palabras "Comité", "Partido", eran cosa nueva, con una aureola de frescura primaveral, y sonaban en oídos jóvenes como inquietante y seductora melodía. Quien se afiliaba en una organización sabía que le esperaba la cárcel seguida del destierro a pocos meses de plazo. El colmo de su ambición era estar en la brecha el mayor tiempo posible antes de ser detenidos; mantenerse firmes frente a los gendarmes; aliviar en lo posible la situación de los camaradas; leer, durante la prisión, el mayor número posible de libros; escaparse cuanto antes del destierro al extranjero; adquirir allí conocimientos útiles, y volver después a la actividad revolucionaria dentro de Rusia”. Todos perseguían el mismo sueño, y en su nombre declararon que la clase obrera no podría emanciparse sin una dirección que encabezara la lucha por el poder. Pero una dirección revolucionaria no es un gabinete de iluminados que digita desde las alturas los desafíos del porvenir. No. Para dirigir las energías colosales de toda una clase social hacen falta mucho mas que un programa correcto o que una política acertada.


En principio, hace falta que esa dirección disponga de todos los medios a su alcance para llegar a las masas obreras: periódicos e imprentas clandestinas con sus cajistas y tipógrafos, comités de redacción y repartidores; agitadores anónimos con los rostros cubiertos que lancen proclamas incendiarias a los trabajadores en el descanso y bolcheviques tapados que evadan a los soplones y les abran las puertas de las fabricas; hacen falta nexos secretos con los liberales democráticos e intelectuales radicales para que coticen a la causa revolucionaria y también grupos menos diplomáticos que descarguen bombas sobre las diligencias de caudales para desangrar las arcas del zarismo;  hombres y mujeres que atraviesen las fronteras cargados de pasaportes falsos, dinero, credenciales, borradores, folletos, cartas y minutas; sobre todo hace faltan que esos hombres se multipliquen por miles entre las filas obreras, que convenzan a otros de que la lucha es inevitable y la victoria posible, que sus mejores elementos avancen en el estudio de la teoría marxista y de la historia, de la dialéctica y la economía. No pocas veces estos estudios se dictan al mismo tiempo que muchísimos de ellos aprenden a leer. Hacía falta, en fin, un Partido. Y el partido, esencialmente, es una maquina. En tanto manifestación material de una voluntad colectiva, tal vez la mas poderosa de todas.