martes, 3 de junio de 2014

Fin de ciclo y viejas modas


A principios de año, el gobierno había amenazado con cerrar las paritarias docentes por decreto pero el contundente paro que movilizó a decenas de miles de maestros lo hizo recular con la idea. Ahora con Gestamp el gobierno anula una conciliación obligatoria. El Nunca Menos naufraga amargamente ante las necesidades (capitalistas) de la lucha de clases.

Porque pudo haber una época en la que varios compraran el certificado de nacimiento de una nueva juventud que lo único maravilloso que conquistó fueron las cuentas bancarias de su dirigencia, o los decires de una intelectualidad progresista cada vez más consagrada a la literatura fantástica y menos a la realidad de los humildes. Me acuerdo que hace unos años se escribía desde la izquierda intentando dialogar con el fenómeno de la militancia K (algunos demasiado). Parece cosa de un siglo atrás. El peronismo siempre “gobernó para todos los sectores” hasta que la manta no alcanzó para taparle las patas a todo el mundo. Y ahí el kirchnerismo demuestra ser el camino más largo para ir del pejotismo hacia el pejotismo. La defensa del trabajo se trastoca en defensa de multinacionales, las patriadas energéticas se cotizan en dólares y los derechos humanos agregan una nueva clausula incorporando el derecho a la seguridad ciudadana inundando de milicos retirados (muy conocedores en la materia) las comisarias de las policías bravas .

Es verdad lo que dicen Dal Maso y Rosso de que Gestamp está marcando un antes y un después en la situación política. El decreto de Scioli lo confirma. Pero es una nueva situación también por la positiva: una vanguardia obrera comienza a hacer sus primeras armas ante un progresismo en retirada. No es numéricamente fuerte, es verdad, se trata de unos cuantos cientos desparramados en los principales centros industriales. Sin embargo su poder radica en su contacto permanente con el pulso de las fabricas, de la clase. Recién leía esta editorial de Altamira que tiene un cierre lastimoso, porque se alegra de que “cada vez son mas” los obreros y los jóvenes que se acercan a las legislaturas provinciales a “escuchar” a los tribunos del FIT. Digo lastimoso, porque creo que nosotros no queremos que escuchen sino que luchen. Hoy la discusión central de un partido revolucionario tiene que pasar por cómo forjamos en el fuego de la lucha de clases, parafraseando a Trotsky, a “los obreros de Lenin”. CFK podrá decir que los tiempos en que caían los Palacios de Invierno han pasado de moda, pero las patotas del SMATA que Pignanelli no para de amenazar con tirarnos encima no son producto de la nostalgia. La cosa va a seguir poniéndose picante.

La semana pasada se cumplió un nuevo aniversario de la Masacre de Pacheco en las que las bandas de la Triple A asesinaron a 3 compañeros del PST, partido del que provienen nuestros más probados compañeros. Pignanelli no putea solamente a estos 9 obreros que se subieron al puente grúa y a sus compañeros que les hicieron el aguante en el portón, no. La burocracia ladra mirando hacia el futuro, porque allí adelante puede olfatear que se acerca la venganza de la historia. Cada obrero que ganemos para las ideas de la revolución les confirma que el tiempo no compra la impunidad, y que no habrá tribunal más duro por sus crímenes que el de una clase obrera con conciencia de clase.