jueves, 29 de agosto de 2013

Una breve reflexión sobre la banca ceramista




Paradojas de la violencia: un diputado del MPN muestra, con teatral indignación, las bolitas de cerámica que se usaron los manifestantes para enfrentar a la policía. Sapagistas, kirchneristas y radicales se rasgan las vestiduras mientras se autoaplauden los discursos que llaman a la conciliación y la concordia. La otra violencia, la de un docente que agoniza en un hospital neuquino con una bala en el pecho, la de los perdigones de goma enterrándose en la carne de mapuches y de estudiantes secundarios, de esa violencia no se habla. O si: Raúl Godoy, diputado del FIT y obrero ceramista, denuncia que la criminal entrega de los yacimientos de Vaca Muerta se está haciendo en el interior de una legislatura militarizada, mientras afuera la policía reparte palos y balazos a mansalva a los manifestantes. Denuncia que es la misma policía que asesinó a Carlos Fuentealba la que ahora disparó sobre Rodrigo Barreiro y propone que esta sesión se levante. Solo seis legisladores de la oposición abandonan el recinto. Antes de retirarse, Godoy deja en el recinto una bandera yankiee: “se las dejo para que ahora voten la entrega a Chevron bajo esta bandera” dice, y se va.


Casi todas las intervenciones de los legisladores de los partidos tradicionales (el MPN, el PJ y los radicales) empezaban por señalar la lamentable situación que se vivía afuera para luego apuntar sus cañones contra “aquellos” que trasladaban ese “clima de confrontación”  al interior del sagrado recinto de la Legislatura. Las instituciones del régimen democrático necesitan, casi como una precondición para su existencia, la naturalización del supuesto de que ellas se encuentran por encima de la lucha de clases. Los parlamentos, es decir, los sistemas legislativos, necesitan que creamos que al no representar a nadie en particular y a todos en general, los diputados no hacen más que representar al conjunto del pueblo. Los mismos argumentos místicos se pueden encontrar en los otros poderes estatales, en las canalladas de la justicia “independiente” o en CFK diciendo ser la presidenta “de todos los argentinos”. Que un legislador se encuentre, al mismo tiempo, en su banca y tirando piedras en la calle (o bolitas de cerámica, ese ingenioso aporte de Zanon al arsenal popular) es una ruptura imperdonable con los usos y costumbres de la hipocresía institucional. Es muy importante, que aparte de que sigamos difundiendo los comunicados que sacamos sobre la escandalosa entrega del petróleo neuquino, aprovechemos mucho el desempeño de Raul Godoy en las jornadas de ayer ¿para qué queremos mas bancas obreras y socialistas en octubre? Para esto. Un gran aporte para romper las burbujas de jabon de la instuticionalidad burguesa

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